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Sistema Nacional de Cuidados, una oportunidad amenazada por la contradicción

Niñas, niños y adolescentes en nuestro país poseen derechos que les son reconocidos por la Convención de los Derechos del Niño, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Estos instrumentos incluyen principios como el del interés superior de la niñez, consagrado por el artículo 4o constitucional, en el que claramente las niñas, niños y adolescentes deben ser considerados como prioridad, especialmente por los actores gubernamentales que toman decisiones que les afecten de manera directa.
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Es por ello que en el Pacto por la Primera Infancia reconocemos, celebramos y apoyamos las iniciativas para crear el Sistema Nacional de Cuidados por dos sencillas razones: primera, la creación del Sistema es un reconocimiento de que niñas, niños, adolescentes y personas en situación de dependencia no tienen los cuidados que necesitan y, segunda, la creación del Sistema busca garantizar el derecho de las personas a recibir los cuidados mediante una repartición más equitativa de los roles de cuidado. México necesita un Sistema Nacional de Cuidados.

No olvidemos que en el contexto de la pandemia por Covid-19 la demanda de necesidades de cuidado se ha incrementado y ha sido evidente la incapacidad y debilidad de los Estados en todo el mundo para gestionar y atender todas las necesidades de todos los grupos de población que requieren cuidados.

En México, la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo -proyecto estadístico del INEGI y del INMUJERES- ha arrojado datos sobre la desproporcionada carga de labores de cuidado que conllevan las mujeres. Estas actividades les generan pobreza de tiempo femenina y menores oportunidades para desarrollarse profesionalmente. De allí que el reconocimiento de la necesidad de un Sistema Nacional de Cuidados es un eslabón primordial en la lucha feminista y en la lucha de otros derechos, al valorar el trabajo de cuidados, reconociéndolo y reorganizándolo y buscando una repartición más equitativa de los roles de cuidado.

En esta reflexión resulta muy relevante reconocer el perfil de las personas que proveen cuidados que son mayoritariamente mujeres, pero ¿qué hay del perfil de las personas que reciben los cuidados? Si además de las personas cuidadoras, la población objetivo de las iniciativas de creación del Sistema de Cuidados corresponde a aquella que recibirá cuidados -niñas, niños, adolescentes, personas en situación de dependencia, y personas adultas mayores-, ¿cuáles son las necesidades de cuidado de esas personas de acuerdo con su edad y condición específica? ¿Cuáles serán los estándares mínimos para garantizar la calidad de la atención y cuidados conforme a su edad y situación? ¿En qué momento los tomadores de decisiones de política pública van a conversar abiertamente, con escucha activa, sobre estos temas?

Desde el Pacto por la Primera Infancia consideramos que es el momento de enriquecer y completar la visión actual del Sistema Nacional de Cuidados. Hoy, las propuestas parten desde un enfoque sólido en materia de género, pero no incluyen, desde ninguna circunstancia, la perspectiva de niñez. El Sistema de Cuidados debe reconocer y redistribuir las cargas de las personas cuidadoras -mayoritariamente mujeres-, y también debe garantizar a las personas que requieren cuidados -mayoritariamente niñas, niños y adolescentes- un enfoque integral que reconozca y garantice sus derechos. Y entre estos no debe olvidarse: el derecho de prioridad, el derecho a la participación, y el derecho a un desarrollo integral.

Es el momento de realizar foros en todo el país y escuchar las necesidades de las personas que van a recibir los cuidados y así incorporarlas en el proceso de diseño del Sistema Nacional de Cuidados. Pues el proceso de diseño del Sistema implicará responder con precisión: ¿quiénes serían las unidades responsables de operar el Sistema Nacional de Cuidados? ¿Cómo se articularán otros esquemas de cuidado para poblaciones en situación de vulnerabilidad? ¿Quiénes realizarán los análisis de las estructuras orgánicas y sus instrumentos programático-presupuestarios que asegurarán el vínculo entre la reforma legislativa que garantiza el derecho al cuidado? ¿Cómo se articulará la operación del Sistema Nacional de Cuidados con la Política Nacional de Educación Inicial, con la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia, o con los programas sociales?

¿Cómo resolver las contradicciones que se presentan al desaparecer los programas públicos que brindan cuidados -estancias infantiles, escuelas de tiempo completo- y por otro lado impulsar un Sistema Nacional de Cuidados? La conceptualización actual de las iniciativas de creación del Sistema asume que existe una oferta de cuidados que está lista para ser articulada, lo cual es falso. La oferta no existe, hay que crear la oferta de programas y servicios de cuidado, y para ello debe tomarse en cuenta a las personas que requieren los cuidados.

Mujeres, niñas y niños en nuestro país no necesitan más contradicciones. La creación del Sistema Nacional de Cuidados es una necesidad imperiosa en México y debe ir acompañada de una ruta precisa que clarifique las estructuras y programas públicos en los cuales descansará.

*Dámaris Sosa es Coordinadora de Incidencia Política Federal del Pacto por la Primera Infancia.

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