Existe abundante evidencia relativa a la importancia estratégica de la inversión en primera infancia que han demostrado que las experiencias materiales y emocionales en esta etapa de vida son críticas para determinar las capacidades, aprendizajes y habilidades presentes y futuras, por lo que es imprescindible la existencia de intervenciones integrales para el desarrollo infantil lo suficientemente financiadas con recursos públicos para garantizar que ello ocurra favorablemente. La adversidad, carencias, desigualdades y omisiones en esta etapa de la vida tienen consecuencias irreversibles en la vida de las niñas y niños más pequeños, así como costos muy altos en términos de salud, educación, productividad y seguridad para los países.
Desafortunadamente en nuestro país la inversión pública orientada a la primera infancia es excesivamente baja, en comparación con otros países, no sólo con mayor desarrollo político, económico y social como sería de esperarse, sino también entre aquellos que guardan similitudes al ser caracterizados como países de ingresos medios. Baste señalar que México es uno de los países en la región latinoamericana que menos gasto público, como proporción del PIB, destina a la primera infancia a través de políticas sociales. 1
Por si esto fuera poco, además se observa una grave ineficiencia presupuestal en el gasto público, al recrearse sistemáticamente dos disfuncionalidades: los recortes y los subejercicios presupuestales. En pocas palabras, en México se gasta poco y mal en primera infancia.
En este sentido, en el más reciente Informe que la Secretaría de Hacienda rinde a la Cámara de Diputados sobre el avance financiero al segundo trimestre del año de los programas presupuestarios de los Anexos Transversales, 2 se advierten preocupantes y numerosas muestras de la deficiente ejecución del gasto público orientado a la atención de la niñez y adolescencia y en específico de la primera infancia. Para ilustrar lo anterior, a continuación, se presentan algunas de ellas en materia de salud y cuidados infantiles:
• El programa de Vacunación asignó en el Anexo Transversal para la atención de niñas, niños y adolescentes un monto de $12 mil 119 millones, de los cuales $2 mil 826 millones se programaron para ejercerse al 2º trimestre; sin embargo, únicamente se han gastado $792 millones, lo que representa un elevado subejercicio del 72% con más de $2 mil 033 millones sin gastar. Este comportamiento presupuestal entraña graves riesgos para la salud de la primera infancia, quienes son los principales beneficiarios del esquema básico de vacunación, dado que la aplicación universal y oportuna de las vacunas son fundamentales para prevenir enfermedades que podrían ser mortales. Hoy las coberturas de vacunación se encuentran en una situación crítica con altos porcentajes de rezago que implican una violación al derecho humano a la salud: menos del 30% de niñas y niños menores de 1 año cuentan con el esquema completo de vacunación.
• El Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras de la Secretaría de Bienestar, que sustituyó a las Estancias Infantiles, cuentan con un presupuesto de $2 mil 621 millones, de los cuales mil 665 millones se programaron para ejercerse al periodo, pero sólo se ha ejercido mil 311 millones, lo que representa un subejercicio del 21% con $353 millones sin gastar. Es importante destacar que el programa ha contado con asignaciones presupuestales inferiores a su antecesor, lo que impide ampliar la cobertura, allende que al tratarse de transferencia económicas no condicionadas no se garantiza que el apoyo se emplee efectivamente para el cuidado infantil.
• Los Servicios de Estancias de Bienestar y Desarrollo Infantil del ISSSTE cuentan con un presupuesto anual de $2 mil 637 millones, de los cuales mil 103 millones se programaron para erogar al 2º trimestre; pero ejerció un 36% menos recursos de los presupuestados. Lo anterior, implica afectaciones para los niños hijos de padres trabajadores al servicio del Estado que reciben atención en salud, nutrición, educación, así como limitaciones para ampliar la baja cobertura que actualmente tiene.
• Finalmente, los Servicios de Guardería del IMSS experimentaron un recorte presupuestal del 11% con mil 523 millones menos, al pasar de un presupuesto aprobado de $14 mil 450 millones a un presupuesto modificado de $12 mil 926 millones, lo que se traduce en excluir a más niñas y niños de la oportunidad de recibir cuidados infantiles, a la ya de por si baja cobertura que tiene el programa al atender sólo a hijos de trabajadores del sector formal, que son la minoría de los trabajadores en nuestro país.
Como se advierte, la ineficiencia presupuestal, expresada en subejercicios, recortes y equívoca austeridad presupuestales, genera altos riesgos de vulneración de derechos de la primera infancia al afectar directamente la cobertura, oportunidad y calidad de atención de los programas dirigidos a ellos. Por ello, desde el Pacto de la Primera Infancia hacemos un exhorto a las unidades ejecutoras del gasto del gobierno para que asuman plenamente la responsabilidad de ejercer, de acuerdo a lo mandatado en el artículo 134 constitucional, con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez los recursos públicos para satisfacer los objetivos a los que estén destinados los ya de por si limitados presupuestos para la primera infancia.
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1 Cfr. La inversión en la primera infancia en América Latina. Propuesta metodológica y análisis en países seleccionados de la región. UNICEF, IIEPE-UNESCO, OEI, diciembre 2015. Disponible aquí.2 Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Informes al Congreso de la Unión. Avance en Programas Transversales al 2º trimestre 2022. Disponible aquí.