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Lo que esperaríamos de una mujer presidenta: primera infancia hasta arriba de la agenda

Nuestras dos candidatas a la Presidencia, ingenieras, mujeres y madres no pueden contentarse con visiones de políticas tradicionales donde las niñas y niños son incidentales, accesorios, o secundarios. Esperamos de ellas más, mucho más.

Desde el Pacto por la Primera Infancia he pasado las últimas horas buscando cuál será la política de infancias de las dos mujeres que contienden para la Presidencia de la República. El resultado de mi búsqueda es frustrante, por decir lo menos, aunque angustia describe mejor el sentimiento que inunda mi corazón.

Empecé mi investigación escuchando las historias personales de Claudia y Xóchitl. En ambos relatos encontré motivos para la esperanza: mujeres trabajadoras, ingenieras, profesionistas y madres que enfrentaron desafíos que muchas compartimos.

Claudia habla del amor que siente por las niñas y los niños, y de que quizá habría sido maestra de jardín de niños si no hubiera optado por su carrera en ciencias. Nos comparte la preocupación de llegar a tiempo por sus hijos a la escuela, y como después de comer los llevaba a casa de su madre para seguir trabajando y tener los recursos que necesitaba la familia. Vemos el esfuerzo que hizo en la Ciudad de México para fortalecer los centros de cuidado y desarrollo infantil temprano, y cómo apoyó a estudiantes de preescolar con sus becas bienestar.

Xóchitl rememora su infancia y recuerda el temor de vivir en un hogar de un padre violento, habla de sus sueños y del enorme esfuerzo para alcanzarlos. Cuenta cómo tras fundar una empresa pudo darse el lujo de tomarse una licencia de maternidad para amamantar a su bebé, a quien le dio pecho 6 meses, y de cómo su esposo se ocupó del cuidado de sus hijos pequeños para que ella pudiera incorporarse al gabinete del entonces presidente Vicente Fox. Nos narra cómo inició Fundación Porvenir ante la preocupación que tuvo de ver a las niñas y niños indígenas con desnutrición. Vemos su trabajo como legisladora y hay iniciativas para que la lactancia materna sea un derecho, o para ampliar las licencias parentales.

Hasta ahí la esperanza arde en el corazón. Estas dos mujeres poderosas, reales, con posibilidades de ocupar el cargo de mayor responsabilidad en el país comprenden y han vivido nuestras luchas, han enfrentado en carne propia la dificultad de trabajar y criar, han vivido discriminación o violencia, y parecen tener presentes a las niñas y niños.

Sin embargo, los documentos públicos que esbozan sus propuestas de política en caso de llegar a la Presidencia reflejan solo mínimamente estas experiencias, convicciones y valores personales. Ambas sostienen que impulsaran un Sistema de Cuidados. Ello es una ganancia y un avance extraordinario desde donde se le mire, pero ni por asomo puede agotar lo que esperamos de una mujer presidenta en lo que toca a la niñez, en particular a la primera infancia.

Hace casi 20 años, Chile tuvo a su primera mujer presidenta, Michelle Bachellete, quien junto a su gabinete desarrolló una política emblemática que ha servido de ejemplo a toda América Latina, e incluso al mundo: Chile Crece Contigo, un sistema de protección para la niñez que ponía hasta arriba de las prioridades a las niñas y niños más chiquititas del país andino, las niñas y niños en primera infancia.

Esa visionaria presidenta comprendió que la clave para combatir la pobreza y la desigualdad imperante en Chile debía asegurar un desarrollo integral a niñas y niños desde que estaban en el vientre de su madre y durante su trayecto inicial de vida. Es decir, no podía ni debía esperar a que los niños entraran a primaria, eso sería muy tarde. 

El periodo más crítico de la vida de las personas ocurre entre la gestación y los primeros 5 años de vida. En él se desarrolla la arquitectura cerebral y los sistemas metabólicos que son responsables de prácticamente todo en nuestra vida: nuestra capacidad de aprender, de resolver problemas, de planear, de esperar, de regularnos, de empatizar y de amar; nuestra propensión a enfermedades crónicas no transmisibles, a conductas anti sociales o a la violencia; todo ello se configura en los primeros años de vida, y depende de manera importante de las condiciones de adversidad o de protección que el estado, la comunidad y la familia brinda a estas personitas.

Es por ello por lo que decenas de países latinoamericanos y de todo el mundo han publicado políticas de atención integral a la primera infancia como elementos centrales de sus sistemas educativos, de salud y de protección social. En México logramos un avance sin precedentes con la publicación de la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia, mandatada en la reforma constitucional que reconoció a la educación inicial como un derecho. Esta estrategia debe relanzarse, fortalecerse y consolidarse para asegurar a cada niña y niño acceso a los bienes y servicios que requiere para garantizar un desarrollo pleno e integral, y a sus familias todos los apoyos requeridos para facilitar, habilitar, empoderar y apoyar en la titánica tarea de la crianza.

Nuestras dos candidatas a la Presidencia, ingenieras, mujeres y madres no pueden contentarse con visiones de políticas tradicionales donde las niñas y niños son incidentales, accesorios, o secundarios. Esperamos de ellas más, mucho más. 

Candidatas, hagamos de México el mejor lugar para nacer: hagan de la primera infancia una prioridad. No se van a arrepentir.

*Directora ejecutiva y coordinadora general del Pacto por la Primera Infancia.

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