Infancias que crecen solas: vivir sin un adulto presente también es abandono

La niñez en calle es una expresión de desigualdades estructurales, políticas punitivas y sistemas de protección que no alcanzan. Cuidar, en estos contextos, implica reparar; construir redes que devuelvan lo negado: la posibilidad de ser niña o niño de manera plena en un entorno protector.

En México, hablar del derecho al cuidado en la primera infancia suele asociarse con estancias infantiles, programas de crianza positiva o servicios de salud y nutrición. Sin embargo, existe una realidad tan cruda como invisibilizada: miles de niñas y niños que han perdido a sus cuidadores primarios y que no cuentan con ningún adulto confiable que les brinde protección, acompañamiento, afecto y estructura en su vida cotidiana. Estas niñas y niños no están solamente en instituciones: también habitan calles, espacios improvisados, casas fragmentadas, albergues y asentamientos; en general, lugares donde hay adultos físicamente presentes, pero emocional o funcionalmente ausentes.

En muchos hogares mexicanos, niñas y niños pequeños viven sin la protección estable de una persona cuidadora principal —ya sea porque sus madres o padres han fallecido, migrado, están enfermos, se encuentran privados de su libertad o han estado expuestos a violencia—. Esta ruptura del vínculo de cuidado no es simplemente la falta de un adulto presente: es la pérdida de quien alimenta con afecto, consuela, regula, enseña y protege. Esa ausencia afecta profundamente su desarrollo en múltiples dimensiones:

  • Desarrollo emocional: mayor riesgo de apego inseguro, ansiedad y conductas de abandono o dependencia severa (UNICEF, 2017).
  • Desarrollo cognitivo: sin estimulación temprana y entornos ordenados, se retrasan procesos de aprendizaje y la adquisición de lenguaje (Lancet ECD Series, 2016).
  • Desarrollo social: la ausencia de redes de apoyo confiables y relaciones de cuidado estables retrasa significativamente las habilidades sociales (WHO, 2020).
  • Desarrollo físico y de salud: sin cuidados regulares, nutrición y vigilancia médica, se afecta el crecimiento, la coordinación motora y la salud general (WHO, 2020).

Dentro de esta diversidad de población —que incluye niñas y niños sin padres, así como aquellos cuyos cuidadores principales están presentes pero no pueden brindar todos los cuidados por pobreza, enfermedad, consumo o soledad—, la infancia que vive “en calle” representa una manifestación extrema de vulnerabilidad. Allí, el cuidador puede estar físicamente pero ausente emocional o funcionalmente, o ningún adulto fiable ofrece la seguridad básica que todo niño merece.

Lo que el sistema de cuidados no alcanza a cubrir

En México, la construcción de un verdadero sistema público de cuidados enfrenta retos estructurales: la ENASIC 2022 indica que 8.5 millones de personas son cuidadoras principales y 96% son mujeres, con 37.9 horas de dedicación semanal; estos datos oficiales muestran la feminización y carga del cuidado (INEGI, 2023 – ENASIC 2022). Asimismo, cerca de 6.8 millones de niñas y niños de 0 a 5 años no tienen acceso a servicios de cuidado infantil y educación inicial, una brecha que impacta directamente en el desarrollo y la igualdad de oportunidades (CONEVAL, 2023; UNICEF México, 2022).

Estos datos revelan la urgencia de un sistema de cuidados que incluya explícitamente a las infancias en contextos de calle, con políticas diferenciadas, inversión suficiente y mecanismos de supervisión permanentes.

La profesionalización de quienes brindan cuidados es un pilar indispensable. No basta con aliviar la carga del cuidado; cuidar es una labor especializada que exige capacitación, supervisión, salario digno y estatus profesional (Pacto por la Primera Infancia, Metas 10 y 11; UNICEF, 2021). Cuando los equipos de las instituciones responsables del cuidado —tanto públicas como privadas— carecen de formación, los procesos se automatizan, se fracturan los vínculos y se reproduce el daño. El Estado mexicano tiene la obligación de profesionalizar el cuidado; esto implica conformar y remunerar equipos con conocimientos en atención a la primera infancia, desarrollo integral, trabajo comunitario, acompañamiento psicosocial y promoción de derechos, de modo que las intervenciones no solo mitiguen la vulnerabilidad, sino que transformen trayectorias y restituyan el derecho al cuidado y a una infancia digna (WHO, 2020; UNICEF, 2017).

La institucionalización prolongada en primera infancia se asocia con peores resultados en desarrollo socioemocional y cognitivo; el acogimiento familiar/comunitario ofrece mejores trayectorias cuando es supervisado (UNICEF, 2017; Lancet ECD, 2016).

Propuestas

  • Reforma normativa y procedimental del Sistema de Cuidados para incorporar explícitamente a niñas y niños en situación de calle o con pérdida de cuidadores principales.
  • Acogimiento familiar y comunitario con supervisión, apoyos psicosociales y salvaguardas; evitar la institucionalización prolongada en primera infancia (UNICEF, 2017; WHO, 2020).
  • Equipos intersectoriales con presencia en calle (salud, educación, trabajo social) capaces de identificar y acompañar situaciones de riesgo desde la primera infancia (CONEVAL, 2023).
  • Sistemas de seguimiento de casos y articulación efectiva entre niveles de Gobierno y sociedad civil para asegurar trayectorias de cuidado continuas.
  • Presupuesto específico y suficiente para el cuidado alternativo, con estándares mínimos de calidad, procesos de formación continua y vigilancia (INEGI–ENASIC, 2023; UNICEF, 2021).

Seguimiento y vigilancia

  • Sistemas de información de niñas y niños con y sin acceso a servicios de cuidado, con salvaguarda de su privacidad. (Pacto por la Primera Infancia, 2023).
  • Estándares mínimos de calidad para servicios de cuidado (formación, ratios, supervisión y condiciones laborales dignas) (WHO, 2020; UNICEF, 2021).
  • Auditorías periódicas y mecanismos de queja accesibles para niñas, niños y cuidadores (CONEVAL, 2023; UNICEF México, 2022).

La niñez en calle es una expresión de desigualdades estructurales, políticas punitivas y sistemas de protección que no alcanzan. Cuidar, en estos contextos, implica reparar; construir redes que devuelvan lo negado: la posibilidad de ser niña o niño de manera plena en un entorno protector.

Hoy, más que nunca, necesitamos ver lo que no se quiere ver. Porque no hay derecho al cuidado si no llega a cada niña y cada niño que vive en México, incluso quienes habitan en la calle.

Referencias

CONEVAL (2023). Informes sobre primera infancia, pobreza y acceso a servicios.

INEGI (2023). Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022.

UNICEF (2017, 2021, 2022). Desarrollo infantil temprano y lineamientos de cuidado alternativo.

UNICEF México (2022). Publicaciones sobre primera infancia y acceso a servicios.

WHO (2020). Estándares y guías sobre salud y desarrollo en primera infancia.

Lancet Early Childhood Development Series (2016). Evidencia sobre desarrollo infantil temprano.

*Director General Pro Niños de la Calle, organización integrante del Colectivo Pacto por la Primera Infancia.

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