La infancia nos está llamando: a 36 años de la adopción de la Convención de los Derechos del Niño ¿estamos escuchando?

Porque garantizar los derechos de las niñas, niños y adolescentes no es solo una obligación legal: es la forma más poderosa de transformar un país desde sus cimientos.

En el marco del Día Mundial de la Infancia, este 20 de noviembre nos recuerda la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Niño en 1959, así como de la Convención de los Derechos del Niño (CDN) en 1989. Un día en el que resulta necesario hacer un balance de los avances, las deudas y las regresiones que han ocurrido en el acceso de todos los derechos que cada niña y niño tiene de manera inherente.

Discursivamente, hablar de la infancia desde un enfoque de derechos humanos parece ser un logro consolidado, pero hoy tan solo en México, alrededor de 5 de cada 10 niñas y niños de 0 a 14 años han reportado haber sido sometidos a métodos de disciplina violenta; en 2023 se registraron 9,802 casos de personas de 0 a 17 años atendidas en hospitales por violencia sexual ; de 2016 a 2024, 14 millones de niñas, niños y adolescentes han vivido en situación de pobreza. Millones de historias y vidas que han sido arrebatadas y restringidas al acceso de una alimentación nutritiva, educación, servicios de salud, seguridad social y vivienda digna.

Si no fuera suficiente, los riesgos globales han aumentado. Unicef (2024) estima que alrededor de 473 millones de niñas, niños y adolescentes viven en zonas afectadas por conflictos y guerras, aumento de desplazamientos forzados, la crisis climática, desigualdades al acceso tecnológico, aparición de nuevas enfermedades y resurgimiento de nuevas, entre otros desafíos.

Han pasado más de tres décadas desde que la comunidad internacional y los Estados parte de la Organización de las Naciones Unidas sumaron voluntades para suscribir de manera homologada el primer tratado internacional que reconoció a las infancias como titulares de derechos; sin embargo, hoy todos somos testigos del estado de emergencia en el que vive la infancia.

Al hacer una revisión profunda que nos permita reorientar la acción global hacia el bienestar de la niñez sobre la situación que viven, es valioso tener presente la trascendencia que tuvo la adopción de la CDN que hizo posible modificar el enfoque tutelar y asistencialista que concebía a las niñas, niños y adolescentes únicamente como personas sujetas de protección desde una visión adulto-céntrica, sin reconocer la titularidad que les corresponde sobre sus derechos; este compromiso colectivo cambió la forma en la que entendemos el significado de ser niña y niño en la sociedad moderna.

Un cambio que dejó atrás un enfoque que restringía, violaba e invisibilizaba las necesidades, intereses y opiniones desde la perspectiva de las infancias y adolescencias; incluidas las intervenciones estatales que llegaron a afectar otros derechos como la participación y el interés superior.

En México, el primer paso para reconocer el enfoque de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes fue en 1990, cuando nuestro país firmó y ratificó la CDN; sin embargo, no fue hasta la reforma constitucional en materia de derechos humanos publicada el 10 de junio de 2011, que hubo una transformación normativa para el alcance de los tratados internacionales en la exigibilidad de la aplicación de los derechos de las niñas y los niños.

Esta reforma, fue el punto de partida para otras acciones fundamentales como la incorporación del principio de interés superior de la niñez a través de la reforma al artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el reconocimiento de la autonomía progresiva, el reconocimiento de más derechos a las niñas, niños y adolescentes, el establecimiento de Procuradurías de Protección y la creación de Sistemas de Protección Integral a nivel nacional, estatal y municipal, como los sistemas articuladores de la política pública en materia de sus derechos, a partir del mandato establecido en la publicación en 2014 de la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Logros estructurales para el avance de los derechos de la infancia.

Sin embargo, la variación de los intereses y agendas políticas en todo el mundo, nos han mostrado que estos avances no están asegurados por una condición del deber ser. Necesitamos empoderarnos, defender y mantener al frente nuestros derechos, como el eje rector de la visión de país que queremos para la niñez presente y futura. En la práctica, la transición del paradigma titular al de derechos, aún es un desafío cultural profundo.

La pregunta central ya no puede ser únicamente qué hemos logrado, sino qué estamos dispuestos a hacer ahora. La evidencia es contundente: las infancias viven en una crisis silenciosa pero persistente, marcada por violencias normalizadas, pobreza estructural, retrocesos institucionales y riesgos globales que amenazan su bienestar.

El verdadero desafío no es teórico; es político, cultural y profundamente ético. Urge pasar de la conmemoración simbólica a la responsabilidad activa. En 36 años de importantes esfuerzos, tenemos que reconocer que la protección integral de la infancia no es un acto de voluntad aislado, sino un compromiso sostenido que debe guiar todas las decisiones públicas y privadas. La CDN no solo nos otorgó un marco jurídico; nos entregó un mandato moral: construir un mundo en el que cada niña y niño pueda desarrollarse con dignidad, libertad y alegría.

Este es un llamado a la acción consciente. Cada persona tiene un papel irrenunciable en la transformación de la realidad de la niñez.

Por ello estimada y estimado lector, te invito a que te cuestiones lo siguiente: ¿qué estás haciendo como gobierno, empresa, academia, sociedad civil organizada, familia, ciudadano o desde del rol que estás desempeñando; para contribuir a que las niñas, niños y adolescentes accedan al pleno goce de sus derechos?

Preguntarnos qué podemos hacer es apenas el primer paso; asumir la corresponsabilidad es lo que verdaderamente cambia vidas.

Te invito a tomar posición. A cuestionar tus prácticas, tus decisiones, tus prioridades. A escuchar a las niñas y niños de tu entorno con la seriedad que merecen. A crear desde tu rol, espacios seguros, políticas efectivas, oportunidades reales. A exigir que la desigualdad de origen deje de ser destino. A convertirte en un activista por la niñez.

Porque garantizar los derechos de las niñas, niños y adolescentes no es solo una obligación legal: es la forma más poderosa de transformar un país desde sus cimientos. Ingresa a la página del Pacto por la Primera Infancia y revisa ideas de acción para los más pequeños: https://www.pactoprimerainfancia.org.mx/el-pacto/

El futuro de México se está escribiendo ahora, en la vida de cada niña y cada niño.
Hagamos que ese futuro sea más justo, más humano y más luminoso.
Todos los derechos, para todas las infancias.

*Luz Serrano es Coordinadora Nacional de Movilización del Pacto por la Primera Infancia | @Pacto1aInfancia

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